Me propuse burlarme del semáforo y de la arrogancia de quienes por tanto hablar olvidaron respirar. Hoy, el día tardará en llegar a su fin, el segundero aprendió a cojear y la ciudad desentona su habitual melodía. Aquí construí mi entierro para escuchar sin mirar y ver con las orejas tapadas. El mundo así se dibuja en mí. ¿Cuántas historias serán verdad? Pregunté cuando pasaba por la estación y el sol hacía gala de su soledad. Yo seguí bajando con mi caminar cada vez más somnoliento, arriba estaba la casa y su laberinto, el desmemoriado pequeño reloj y los almuerzos bulliciosos. Del otro lado, los amigos empujaban sueños, deseos, sin permitirme cerrar los ojos para sentir a las comisuras que se abrían con la lluvia. Mis padres, mis hermanos, los amigos, los amores y mis hijos apagaron la luz esta mañana, se despidieron en la puerta, luego, abrieron los paraguas azules, amarrillos, verdes, rojos, blancos y violetas. Desde aquí se ve como mixtu...