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Mostrando entradas de septiembre, 2019

EXTRAÑOS

Dijiste que te espere en la ciudad, que no tardarías en bajar. Entonces, apoyé mi cuerpo en un viejo poste de luz del barrio San Cristóbal y contemplé el cerro que serpentea el río Quirpinchaca, las diminutas luces amarillas que ahí solían brillar, titilaban como las estrellas. Mis ojos forcejeaban para hallar tu casa, ver cómo apurabas tus pasos haciendo el quite al lodo, a las piedras y a los perros que batían su cola al verte pasar y luego empujaban tus rodillas con la cabeza -cual toro rendido- friccionando sus chuños en tus manos.  Te acuerdas, siempre llegabas cansada, te avergonzabas cuando te abrazaba, sabías que tu sudor se pegaba en mi camisa. Tu rostro afiebrado recobraba su palidez acostumbrada cuando cruzábamos el parque, luego, quedábamos boquiabiertos al ver las afrancesadas casas que nos acompañaban hasta la plaza donde, como intrusos, nos sentábamos con temor en una de las banquetas, entretanto veíamos dar vueltas a los citadinos que nos revisaban de pies a

MIENTRAS DUERMES

Vi llorar de muchas maneras: entre gritos, entre silencios, entre mentiras, entre olvidos, mas nunca tus lágrimas entraron a la estadística y menos las de hoy. El fuego no se detiene porque mientras unos se esfuerzan por apagarlo, los pirómanos lo atizan al pregonar ser propietarios de la tierra, amén de advertir que es su derecho humano despojar el lecho a los indígenas, calcinar a los árboles, a los loros, a los jaguares, a las lagartijas, a los monos y a las tortugas. El presidente promete que el desarrollo y el bienestar llegarán de China, pero antes, dice, debemos matar a las vacas, quemar las praderas y los bosques. Luego, la televisión muestra carreteras asfaltadas y wiphalas descoloridas, en eso, vocifera el aplauso de gordos enternados, prósperos comerciantes y cholas con dientes de oro. Aquí, los académicos vestidos de azul, se esfuerzan con epítetos para responsabilizar del incendio al calentamiento global, a la derecha y al fantasma de Víctor Paz, entretanto,