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Mostrando entradas de junio, 2014

ADIÓS QUERIDO PUCHO

Terminé de fumar, desde entonces la sombra y yo permanecemos libres.  Una tarde de esas dije:  -Ha llegado el momento, ahora tiene que ser. Entré a la ducha cuando el sol tocaba fondo y yo titiritando sacudí la abundante caballera que tenía por entonces, me puse una chamarra azul y como quien se alista para una gran celebración, pedí permiso a mis padres para salir. Sin más valentía que los cinco pesos que me regalaron, compré ocho cigarrillos y una caja de fósforos con la que encendí el primer L&M. Fue en abril de 1984 que convoqué al pucho como a mi único amigo, confidente y cómplice. Desde ese tiempo fueron pocos los días en que dejé de fumar, solo lo hacía cuando tenía una resaca terrible, porque ni la fiebre reumática, la neuralgia, ni la caprichosa tos, menos la distrofia muscular o la gastritis lograron alejarme de él. Con los años el cigarrillo fue parte imprescindible de mi vida, no tenía sentido ir al baño sin él, ni tomar café o beber alcoh