-Doctor, ¿sigue el encierro? –preguntó la anciana al despertar, luego de un mes de profundo sueño- por favor ayúdeme a llegar hasta después de la cuarentena. Inmediatamente, la enfermera pinchó los raquíticos brazos que temblaban pálidos y fruncidos. Despertó a la cuarta semana y, sin abrir los ojos, preguntó su voz afónica. -¿Continúa? –Ampliaron siete días. –Contestó el menor de sus nietos al posar la oreja izquierda en los labios secos-. -No te vayas, entretanto espero, cuéntame lo que lees y escuchas en la calle –dijo la abuela al sostener con fuerza el colchón remojado del hospital-. Javier Calvo V. Junio de 2020