En los últimos meses de 1982 el racionamiento de agua en Potosí fue más estricto, pero como casi todos los años, se esperaba que las lluvias de diciembre, enero y febrero llenaran las lagunas de San Ildelfonso y Chalviri, de donde se abastecía la ciudad. El 1 de enero de 1983 el sol brilló más fuerte y las nubes esparcidas mostraban su transparencia, mientras mis padres pedían que sople al cielo para que la lluvia termine de caer. La alegría del año nuevo no convenció a mi abuela porque creía que si no llovía ese día, nadie nos libraría de la sequía Hasta 1982 la distribución de agua se realizaba de seis a siete horas por día, de acuerdo al cronograma dispuesto por la Administración Autónoma para Obras Sanitarias para todas las zonas de la capital, por eso no es casual que las casas conserven hasta hoy los tanques de almacenamiento sobre sus techos. Llegó el carnaval, y con él, las malas noticias. Se confirmó que las lagunas solo guardaban charcos esparcidos y g...