Lo acusan de robar una radio National, una plancha Phillips, una máquina de escribir marca Royal modelo 1951 y un tocadiscos Pioneer de dos velocidades. Lo detienen en la puerta del colegio dos policías de civil. La directora interrumpe violentamente la clase de música y solicita al profesor dar permiso al estudiante Cabrera para encontrarse con sus padres que lo requieren en la puerta del establecimiento. Felipe, antes de salir, guarda los cuadernos, las carpetas y libros en el compartimento del pupitre y se retira peinando -con los dedos de uñas largas- sus encrespados cabellos negros. La maestra lo acompaña hasta la puerta de salida y, sin esperar que Felipe se despida como suele hacerlo todos los días, cierra el portón de madera con tal fuerza que el eco tosco revota como pelota de ping pong entre las paredes de ladrillo. Al pie de la acera, endereza la mirada para buscar a sus padres; en eso, una mano ancha y sudorosa agarra el brazo de Felipe y sin dar tregua ni tiempo ...