Estos son los últimos días, sentenció Miguel. Desde entonces nunca más se le vio solo, las visitas fueron frecuentes desde las siete de mañana hasta las 11 de la noche. Su hermana mayor dejó en la puerta del dormitorio el rol de turnos, en él se detallaba los nombres de quienes lo acompañarían de lunes a domingo. -La muerte se aprovecha de los hombres solos, solía decir, además de revelar que Miguel no debía dormir durante el día, por eso recomendó mantenerlo distraído con cualquier tipo de historias. Lo acompañaban, sus hijos, los hermanos, las amantes, los sobrinos, los amigos y amigas, los gatos, los perros, los geranios, los cactus y el bambú. Cada quien llevaba un tema especial para contar a Miguel. Los amigos hablan del Evo, la corrupción en la universidad y entregaban el detalle de los nuevos divorcios. Los hijos hablaban muy poco, por lo general leían poesía, cuentos de Kafka y Borges. Las amantes recordaban los viejos tiempos,...