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Han pasado tres años desde que se fue Viscarra


El año 1983 conocí por primera vez a V.H. Viscarra. Mi hermano llevó un libro extraño, lleno de términos comunes, tan comunes que se hacían peligrosos. Se trataba del Coba, un diccionario sobre el lenguaje del hampa, de los sectores subalternos de la sociedad. Un libro de consulta de abogados y estudiantes de derecho. Pero no es un diccionario cualquiera, describe un mundo desconocido, un mundo lleno de secretos, de rincones. Muchos años después leí varios de sus textos pero a veces la adolescencia y la juventud no permiten comprender al autor, sólo calificamos la obra por su valor estético, no logramos ingresar más allá, por eso es necesario volver leer antiguos textos, seguro no mezclaremos nuestro snobismo con la objetividad y la pasión que se debe tener al leer un libro.
Al mes de la muerte de Viscarra, con mi amiga Pame decidimos hacer un programa especial ( el que producía por entonces "Fondo Urbano" en Tvu) de homenaje a este escritor, entonces fuimos con la cámara por varios boliches del submundo, como queriendo encontrar a los viscarras, y es así, encontramos en la calle, en los boliches, en las esquinas, unos durmiendo, otros tomando el sol, otros buscando en la basura y los más bebiendo en silencio, cantando, llorando,... Conversamos con algunos y pude comprender lo equivocados que estamos al sentir lástima o rabia por ellos, ellos viven así porque ellos lo decidieron que así tiene que ser su vida, como muchos deciden vivir frente a un televisor y usar corbata de lunes a viernes, ellos decidieron habitar este otro mundo, igual de complicado, con tristezas y alegrías, con miedos y libertades. Esta búsqueda de los viscarras trajo un problema con una señora que aparece en el vídeo, se sintió afectada e inició un proceso en el Ministerio público. Tuve que publicar una satisfacción pública en favor de la "víctima", obviamente ella tenía razón porque vulneramos su derecho a la privacidad, el error mío fue no colocar algún filtro que tape el rostro. Con esos traspiés y búsquedas volví a reencotrarme con Víctor Hugo Viscarra.

Falleció a los 49 años el 2006 en La Paz Bolivia a causa de una cirrosis avanzada. Viscarra contó lo que vivió a través de sus libros: "Coba. Lenguaje secreto del hampa boliviano" (1981), "Relatos de Víctor Hugo" (1996), "Alcoholatum y otros drinks" (2001), "Borracho estaba pero me acuerdo" (2003) y "Avisos necrológicos" (2005). Nació el 2 de enero de 1958 y murió el 24 de mayo de 2006. Él mismo escribió el resumen más corto de su vida, que es la historia común del oficio de escritor: "Pasé a la posteridad, pero jamás a la prosperidad". Víctor Hugo Viscarra o el corcho de la fama

Por Manuel Vargas
Hace ya algunos años, por esos azares del destino, la escritora Marcela Gutiérrez llegó a tener en su poder un cuaderno de anotaciones de Víctor Hugo Viscarra, quien abandonó el infierno de La Paz para irse al de Cochabamba. Era uno de los pocos cuadernos salvados de sus periodos de borrachera. De ese cuaderno escogimos para Correveidile un cuento (“Anoche, en un putero”) que después fue representado por el actor Jorge Ortiz en una de las presentaciones de la revista. Presentación memorable que a más de uno dejó con un nudo en la garganta, pues no creíamos lo que estábamos viendo: un gordo pelado bajo las luces del escenario del Goethe Institut de La Paz, que se lanzó a repetir el cuento con pelos y señales, sentado en una silla, en cuyo espaldar dejó colgado su pantalón.
Minutos antes del acto, Jorge Ortiz me dijo: “¿No habrá problema, no? Mi presentación va a ser un poco dura.” “¡De eso se trata!”, repuse, sin saber de qué exactamente se trataba. Claro, el inspirador de todo eso fue Víctor Hugo Viscarra.
Meses después hasta escuché que se había muerto en Cochabamba. Lo cual no es raro, pensé yo, con cierto estupor mezclado de humor negro, dada la vida que lleva... Y me apenó pensar que ya no iba a poder verme más con él para charlar, para leer sus cuadernos aún no perdidos y hasta para hacerle una entrevista, tal vez mejor que la que le hicimos hace cerca de veinte años para el Canal 13 Televisión Universitaria. Así de interesados y oficiosos somos a veces los humanos.
Con curiosidad y temor, fui un día a buscar a don Alberto, un ciego de la calle Comercio, a preguntar por Víctor Hugo y a saber si él sabía las malas noticias. Él me dijo que el susodicho seguía vivo en Cochabamba. Y en efecto, a los pocos meses, cuando yo andaba por Cochabamba, me fue a encontrar, en cuerpo y alma, a la salida de algún acto cultural de esos que a él no le caen para nada.
Ignorado por quienes manejan la opinión y los medios, él también los ignora y dice lo que le da la gana, o mejor dicho, lo que sale de una profunda vivencia de situaciones límite adonde pocos han llegado, no por vanidad ni por curiosidad intelectual, sino porque... él es de allá.
Entonces apareció de regreso por La Paz, buscando que alguien le publique “algo” de lo que había escrito. Es así que, un día, me vi en posesión de un voluminoso amarro de papeles: desde poesías, relatos, y definiciones de palabras en coba, dibujos, fotografías, hasta suplementos y recortes de periódicos, memorias, cartas y direcciones de casas de placer. Sí, ahí estaban sus memorias, pero él no quería publicar sus memorias, sino sus cuentos.

Metí el amarro en una caja de cartón, en espera del momento oportuno. Meses después, comencé a clasificar y a leer textos escritos a mano o a máquina, cuadernos y hojas sueltas. Había que guiarse por números, por letras, por el tipo de hoja o de lapicero, para lograr armar un relato y saber si estaba completo o ya mutilado para siempre. Y se fue armando un grupo de cuentos y relatos, o recuerdos, o casos, que de todas maneras conformaban una unidad. Luego, la transcripción, un nuevo ordenamiento y la selección final de los textos. Y a la imprenta. Y había que buscarle un título. Claro, todo olía a alcohol. Uno de los títulos de los cuentos traía el término Alcoholatum, y la palabra drinks andaba por varias páginas. Germán Araúz, el escritor paceño, pudo resumir todo ese mundo en un título: Alcoholatum & otros drinks.
En el año 2001 se publicó el libro, y (abreviaremos este recuento), llegó el éxito: de lectores, de la crítica más exigente, de ventas. Uno nunca sabe, pero estas cosas pueden ocurrir en Bolivia de vez en cuando. Lo demás ya es otra historia. Ediciones Correveidile, después de haber publicado la revista del mismo nombre desde 1996, había comenzado-continuado con buen pie en esta nueva aventura.
Pasado el chaki (la resaca), dijimos a Víctor Hugo: Ahora sí, publicaremos tus memorias. Los originales desaparecieron, luego volvieron, y poco a poco, se fueron transcribiendo y ordenando. Y otra vez, fue el perito en títulos Germán Araúz quien bautizó el nuevo libro: Borracho estaba, pero me acuerdo. Ni modo, no podíamos sustraernos al olor de los tragos.
¿Qué más podía llamarse un libro de memorias del miembro más conspicuo y de más alta graduación del INALESCHU? (Por sí acaso, esta respetable institución fue creada en el entorno, y bajo la inspiración etílica, del pintor y aficionado a los tragos, don Edgar Arandia Quiroga. Su significado: Instituto Nacional de Altos Estudios Chupísticos, al cual, en ceremonia especial y en ocasión de la presentación oficial del libro Alcoholatum, fue incorporado el autor don Víctor Hugo Viscarra, como miembro de número, saltando directamente al grado de “cinturón negro” (véase el significado de este grado en, ya no me acuerdo qué página, del libro Borracho estaba….).
En fin, Borracho estaba… ya es tan famoso como el refrán que le dio origen y por lo tanto está en la boca de todos. Inclusive, según los periódicos paceños de Alasita 2003, nuestro libro ha sido vilmente plagiado por un desconocido escribidor, parece que llamado Jaime Paz Zamora, quien, si es que realmente existe y no es una patraña del Ekeko, como castigo a su atrevimiento, nunca podrá pertenecer a nuestra respetada y querida organización INALESCHU.
Quiera o no quiera, don Víctor Hugo es ahora un mimado de la fama, pero a él sigue sin importarle un corcho.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
me gusta el escrito todo lo que ha hecho

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