Que no se cierren los libros
que el marcador no llegue
a la última hoja.
hoy decidí leer despacio,
detenerme después del segundo párrafo
y permitir que las letras se nublen,
así quizás comprenda mejor
lo que quiso decir el autor.
Siempre ha sido tortuoso
avanzar sabiendo que el final se acerca
entonces, igual que la vida,
me detengo para aumentar el tiempo
empujar a las emociones
y conducirlas al extremo de los deseos.
Aún no cerremos los libros
porque después del final está la nada,
el día en que se terminan las transpiraciones.
esta delirante manera de pretender
paralizar a las emociones me ha llevado
a colocar pausas y más pausas a todas las películas.
Existe un angustiante miedo por el final
porque en el final ingresamos en un escenario
donde no hay dolor ni alegría
como un eco paralizado,
pero para sacudirse de esta circunstancia
tengo que asumir otra historia
que le esquive a la nada.
2010
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