Quién puede entender a estos viejos que sin disimulo miran desde abajo, parece que terminó su paciencia y más bien se empeñan en detener al tiempo, que obstinación más precisa, que impulso decidido tienen en sus ojos. Así se dejan caer.
Sus manos no templaron esa mañana y su voz se abrió camino entre los bulliciosos pasillos y las miradas detenidas en su recuerdo, quien sabe si partió con ellas.
Por fin hallaron la liberación y el pudor abandonó los sentidos, ahora es más fácil respirar, hablar, oler, ver, tocar y escuchar.
Cada vez son más cortas las visitas, dejó de esperar y olvidó al deseo, abandonó la locura y saltó al vacío…
Sabe que en algún momento dejará de caer, mientras tanto ve al cielo, al sol, al frío, al viento, a la lluvia, a los árboles,…a tus pequeños ojos que cambian de color con el brillo de la luna, con la fuerza del sol.
En recuerdo de mi tío Eduardo Vásquez
1930 - 2014
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