La sombra del domingo se desliza por estas avenidas y calles
se escurren los pies entre las paredes y las manos se cuelgan de los andariveles
qué difícil comprender esas voces que mezcladas se empujan y aprietan
desde arriba veo tu caminar despacito
a tu aliento que dibuja en el aire nubes de azul turquesa
permanece la tarde en la banqueta del parque
mientras se esconde tu reflejo en la espesura del agua
los destrenzados cabellos siguen jugueteando con las hojas
de ese árbol donde apoyé mi descanso a la vez de imaginar
a tu correr desequilibrado.
La ciudad nuevamente cubre el domingo
y es la ventana que cerraste quien recuerda
la hora de marchar.
Los callejones y las plazas se alejan
las luces se llevan polvos y agujeros
se pierde el eco ruidoso e indolente
me detengo una vez más
en esta larga noche
y acaricio la melancolía
y me embriago con tu mirada,
con tu pequeña voz
que partió un domingo antes que el sol
se anime a salir.
Sucre, mayo de 2015
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