Se publicó en la revista SURGIENDO del colectivo INVESTIGASUR, mi artículo "Las fotos que han sido. Encuentro, ruptura, alegría y olvido", que de algún modo describe las motivaciones y revelaciones sobre esta senda cubierta por imágenes por donde decidí transitar y a través de la que también puedo hablar.
El artículo está ilustrado por algunas fotografías que acompañan a las diferentes etapas de mí hacer como fotógrafo, sin embargo hoy les presento otras que también dicen lo mismo.
A continuación comparto con ustedes un pedacito del artículo, así les invito a adquirir el libro. Gracias anticipadamente.
"Como a casi todos los fotógrafos, la naturaleza
también me convocó con sus amaneceres, atardeceres, con sus árboles, montañas,
ríos, sus contrastes y brillos, la lluvia, el viento, la noche y el día; la
seducción de la naturaleza se da a cada instante. Ante mis ojos se mostraba
como un gran cuadro a veces tan lejano y desconocido. Otras redefinían su
intimidad conmigo, pero ¿qué imágenes eran las que con mayor insistencia se
prendían en mí? Los árboles y los atardeceres: en ellos distingo su invariable
aquí y ahora. Alguna vez pregunté: ¿por qué mi silencio se detiene frente a un
árbol y al atardecer? Mientras me quedo observando tratando de hallar detalles
que intenten traducir su naturaleza, con frecuencia algo me golpea, me
transporta y produce emociones. Seguramente es el Punctum descrito por Barthes, (el Punctum se puede entender como el pinchazo que provocan ciertos
detalles de cada foto, como un flechazo que puede causar dolor o placer.
De manera gráfica, se puede decir que el Punctum es lo que detiene, sin que
necesariamente te cause sorpresa; es posible que se trate de un encuentro con
uno mismo. Evidentemente, este detalle no hace al todo de la foto, pero
indiscutiblemente ahí se puede reconocer su discurso).
Entonces utilizo la fotografía para conservar la
brisa, el color y su vitalidad que, como referente, se proyectan en mí. La
esencia de la naturaleza es su impermanencia; la fugacidad guarda como una de
sus principales particularidades: esa es la que pretendo atrapar para sentir lo
que ha sido.
...Dejé de buscar
y salí a caminar para encontrar
nuevos símbolos que causen en mí dolor, placer, alegría, felicidad o libertad,
encontrar a la naturaleza de las personas, de las cosas, de los árboles, de los
ríos, de los atardeceres y de las ciudades. Me pongo en la posición del
espectador en la relación con la foto y trato de olvidar mi rol de fotógrafo.
...Acumulé una diversidad de historias vinculadas con
la pobreza, la marginalidad, la discriminación y el abandono. La búsqueda era cada vez más difícil porque
el punzón ya no me hería. Así pues, me encontré
con cosas perdidas o abandonadas, forradas de polvo y olvido. Esos detalles me
sacudían y me llevaban nuevamente a imaginar, por ejemplo, ¿cuántas personas
habrán visto? ¿A cuántos acompañaron en su cansancio? ¿Qué historias vieron las
puertas, las ventanas, los candados, las banquetas de plazuela solitaria, los
zapatos con agujeros tirados a la mitad de camino? Todos se hicieron símbolo
para edificar relatos interminables. Cada objeto con su luz resaltaba ante mis
ojos; en su misterio se ocultaba su belleza. Entonces, la calle angosta, el
empedrado y el descolorido sombrero se hacían
una y otra vez para ahorrar soledades.
Fotografiar las cosas viejas representa intentar
devolverles la vida, darles la oportunidad de contar qué habían visto, qué
habían sentido. De algún modo también quise sobornar su complicidad.
...Los atractivos edificios coloniales que tiene la
ciudad de Sucre, junto a sus conventos e iglesias, sus angostas calles y plazas
de primeros años del siglo XX, como a muchos también me impactaron; por eso
buscaba, acurrucado en las aceras, el mejor de sus ángulos. Al descargar esas
imágenes en la computadora advertía un profundo vacío. Frente a mí, solo habían
casas antiguas sin ningún referente que logre avivar emociones; pero después de
ver por segunda y tercera vez, tropecé con puertas descoloridas, ventanas que
se caían, abollados tocadores de bronce envejecido: reconocí el Punctum, el motivo para desafiar a su
magnificencia y a su fragilidad existencial. Desde entonces, en la soledad de
las cosas viejas, reconstruyo mi de-retiro".
Sucre, 2015
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