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GUILLERMO FRANCOVICH

 


“La gratitud primigenia es el deberse a otro”, sentenció Heidegger, al explicar que en la gratitud el alma recuerda lo que tiene y es. A. Constante (2005), sintetiza la idea al señalar que la gratitud no es más que el agradecimiento por la herencia recibida. “Gratitud es la respuesta al don recibido. El supremo don es aquello que somos, la dote que somos”. 

De ahí, entendemos que la ingratitud es propia de los sin alma que, en el caso de Bolivia, se empeñan en confinar nombres que dedicaron su vida a la producción del pensamiento y a dejar frutos (hasta hoy disfrutados) en las instituciones donde les tocó servir, es el caso de Guillermo Francovich que su hazaña más grande no fue ser catedrático, rector, diplomático, ni recibir reconocimientos en muchas partes del planeta, no, su hazaña -como muy bien apunta H.C.F. Mancilla- son sus libros, a pesar de saber que la “colectividad boliviana recibía sus obras con un silencio de tumba”.

Muchas investigaciones abordan el pensamiento de Francovich, y como antes, aún es referencia en distintos tratados de filosofía; por ello, no creo que estén equivocados aquellos que lo ubican entre los intelectuales del continente más importantes del siglo XX. Fernando Molina (2011) destaca que el autor de “Los mitos profundos de Bolivia” (1980) fue uno de los primeros pensadores en advertir que la política -y no el trabajo constante, silencioso y productivo-  representa la pasión boliviana por excelencia “la que se arrastra de generación en generación, produciendo lealtades partidistas de notable significación social. Una de las pulsiones colectivas más profundas y permanentes, es la refundación cíclica del Estado, a fin de que sirva a los intereses de la fracción política exitosa en cada oportunidad”.

Para entender su aporte hay que leer sus libros, sus ensayos de filosofía, sus trabajos de dramaturgia (aconsejable: Los papeles de José Ramón. 1949), sus discursos y conferencias extendidos en varios países. No obstante, una veta aún desconocida del todo es su gestión como rector de la Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca (1944-1951), lapso en que el país vivía una época turbulenta en el campo político y de traumáticos cambios en las relaciones internacionales de la posguerra que influyeron en las nuevas corrientes del pensamiento. En el plano local, Sucre vivió el terremoto de 1948 que afectó a los edificios patrimoniales del casco histórico, frente a esta eventualidad, el rector filósofo -como todo ser lúcido- aprovechó los días grises para arrancarle la luz al cielo turbio. Fue él, como representante de la Universidad en el Comité de Reconstrucción de la ciudad, que planteó la creación de la fábrica de cemento fundada un año después como FANCESA, esta fábrica que en la actualidad es una de las principales cementeras del país, en los hechos, es la única gallina de huevos de oro de la que se benefician la Universidad, la Alcaldía y la Gobernación.

Con todo, su mayor preocupación fue dotar a los estudiantes de San Francisco Xavier conocimientos científicos actualizados y concretar las condiciones materiales para ese fin, bajo esa mirada, se modificó en su gestión el Estatuto Orgánico (1946) que estuvo orientado a la eficiencia académica y la producción intelectual, la investigación, la extensión social, cultural y artística, con ese espíritu se cambiaron los requisitos para lograr la titularidad docente, se dispuso -por ejemplo- que “los postulantes presenten dos trabajos originales de una extensión mínima de cien páginas, sobre la materia de su especialidad”. Con eso, la Universidad pretendía admitir –como profesores- únicamente a los profesionales que tengan la capacidad de reflexionar de la mano de la ciencia, de discernir la teoría en amplios ensayos sujetos al contraste y la pertinencia, es decir, maestros capaces de producir conocimientos y desarrollar posturas críticas.

En su discurso de inauguración del año académico de 1946, Francovich, a más de brindar el informe pormenorizado de las actividades institucionales del año anterior, mencionó sobre los peligros que enfrenta la autonomía universitaria. Alejado de cualquier fundamentalismo, dijo que la autonomía no es un régimen que guardaba la excelencia en sí, sino que sus bondades dependen de cómo se la usa, “por ello no bastará la defensa teórica ni la simple propaganda”. Desde esa percepción, planteó que la Universidad sea para el pueblo una realidad viva y activa, en otras palabras, que el pueblo la identifique como “algo que efectivamente le sirve y que corresponde a los sacrificios que hace para mantenerla”.

Más adelante, advierte que en el futuro la burocracia podría ser la principal enemiga de la Universidad, convirtiéndola en una institución cristalizada o muerta; ante esa amenaza, recomendó que la actividad científica, la extensión cultural y el servicio social deben asumirse como razón estratégica.

“La Universidad no solo debe estar capacitada para orientar al país, llevándolo hacia una verdadera democracia, sacándolo del abismo que actualmente está sumido, como consecuencia de la transmutación de valores, sino que debe estar también preparada para encarar los problemas que plantean a los hombres de todo el orbe, las renovaciones sociales, económicas y políticas de nuestros días”.

No desaprovechaba la oportunidad en sus intervenciones públicas para lanzar, como dardos, sus preocupaciones filosóficas. En enero de 1949, luego de presentar su acostumbrado informe de gestión, habló sobre la condición del ser, del hombre que deambula entre el bien y el mal y de la capacidad de decidir por una de las opciones que, en última instancia, –decía- es la que manda el camino a seguir. Desde ese razonamiento, define el progreso como el momento en que el mal es menos inevitable, dicho de otro modo, para Francovich el progreso de la humanidad se dará cuando su caminar no represente, en todo, un peligro permanente, más bien le permita existir en un ambiente de paz y justicia.

“El progreso consiste en que detrás de las grandes crisis trágicas de la historia, un sol más grande ilumina a un número cada vez más grande de hombres”. Esta fe en la humanidad lo llevó a ser optimista sobre el destino de Bolivia a pesar del escenario político colmado de ambiciones y odios partidistas. “Tengo fe en nuestra patria porque surgirán nuevos hombres que sabrán realizar en la madurez aquello que límpidamente soñaron en la juventud”.

Se sentía a la vez confiado en el futuro la Universidad porque entregaba a sus estudiantes conocimientos para dominar la naturaleza a partir del método científico, pero también impartía sabiduría que “moldea las conciencias, la dignidad que ennoblece los corazones”.

Convencido que la divulgación científica, la difusión de la literatura y la promoción del arte y la cultura contribuyen al desarrollo de la humanidad, desde el Rectorado abrió las puertas de la Universidad a todas las iniciativas en esas áreas, por eso, no fue casual que con frecuencia los ambientes universitarios se conviertan en escenarios destinados a conferencias científicas, presentaciones de libros, tertulias literarias, conciertos de música y exposiciones pictóricas. La Revista Universidad de San Francisco Xavier (1927 – 1966), da cuenta de estas actividades en su sección Documentos, al resaltar los nombres de destacados artistas e intelectuales que llegaban de varias ciudades del mundo y de Bolivia. 

Impulsó la creación del museo de antropología y academias de arte, el fortalecimiento de la imprenta universitaria, la elaboración de revistas especializadas en Medicina y Derecho y el respaldo absoluto a la “Revista Universidad de San Francisco Xavier”, como órgano de prensa de la Universidad. En su gestión, se organizaron concursos de investigación y producción literaria que con los años lograron institucionalizarse.

En el campo de la infraestructura, se gestionó la construcción de varios edificios universitarios, como la restauración de edificaciones patrimoniales, entre ellas, de la facultad de Derecho.

Salió de él la iniciativa de plasmar en tres murales la historia de Latinoamérica y de la Villa de la Plata (hoy Sucre), dispuestos en el despacho Rectoral y en el Salón de Honor de Rectorado, la tarea fue encargada al artista plástico Walter Solón Romero. Así también, contrató el servicio del vitralista suizo Geuer para la fabricación del vitral sobre una de las pinturas de Solón Romero que simboliza los objetivos institucionales de la Universidad. Con los años, estos murales y el vitral se convirtieron en representaciones que le otorgan identidad a la Universidad y le proyectan al mundo.

Quizás no sea exagerado afirmar, y sin desmerecer el aporte de otros rectores de ese tiempo, el solo hecho de que su nombre esté en la lista de autoridades universitarias enaltece la imagen de esta Universidad; empero, la ingratitud, madre de la envidia y la mediocridad, se encargó de eclipsarlo en los últimos treinta años, prueba de lo que digo es el maltrato que sufrió su biblioteca personal donada por su familia a mediados de la década del 80.   El director de la Biblioteca Central de la Universidad, Ronald Gantier, recuerda que durante los primeros años del 2000 los libros fueron echados en carretillas a un depósito maloliente de la facultad de Derecho, en cumplimiento a la instrucción de una autoridad académica de ese tiempo. Se logró rescatar uno cuantos ejemplares que se guardan con abnegación en la Biblioteca Central.

Hoy ¿Qué hace la Universidad para reconocer y difundir el legado de Guillermo Francovich? Absolutamente nada. Si no fuera por una pequeña fotografía enfilada el 2010 en el Salón de Rectores (al presente empolvada y sucia) y un banner ordinario y de mal gusto con su fotografía en la Federación de Docentes, nadie tendría una sola referencia del mejor rector que tuvo esta Universidad. Así, se expresa una vez más la ingratitud de esta casa de estudios superiores con este hombre que no solo fue excelente docente y autoridad universitaria, ha sido -ni duda cabe- junto con Jaime Mendoza, el más prolijo y el más sereno de los intelectuales que dio Sucre al mundo.

Corresponde entonces a la Universidad la reedición de sus libros, de sus ensayos y sus artículos para que su luz vuelva a iluminar. Sería un gran avance y una señal reconfortable que sus docentes y estudiantes investiguen (desde distintas áreas de las ciencias sociales) el pensamiento de Guillermo Francovich. Es la deuda que tiene San Francisco Xavier con las nuevas generaciones y con Bolivia. Será la manera más justa de rendirle homenaje.

 

 

Javier Calvo Vásquez

Periodista independiente

 

Sucre 27 de marzo de 2021

 

 

Referencia bibliográfica:

Revista Universidad de San Francisco Xavier,   tomo XIII,1946, tomo XVI, 1949

http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1990-74512011000200011

Para conocer la bibliografía de G. Fraconvich se recomienda visitar

https://www.ensayistas.org/filosofos/bolivia/francovich/bibliogr-de.htm

Biografía de G. Francovich.

Leer Guillermo Francovich: Una faceta de su pensamiento y un apéndice BIBLIOGRAFICO

por José Luis Gómez – Martínez

Recomendable

http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=francovich-salazar-guillermo

 

Nota. En una siguiente entrega, abordaré en una reseña la importancia de la “Revista Universidad de San Francisco Xavier” (1927 – 1966)

 

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