Es insoportable continuar así, yendo y volviendo, llegar y partir y maldita sea, saber que en algún momento habrá que dormir y perder durante largas horas la oportunidad de conocer nuevas cosas, contradictoriamente, sin embargo, a veces, cuando están entumecidos los dedos por tanto cambiar de canal, oscurecido entre las redes del Internet y absurdamente encerrado entre las mismas canciones, entonces es necesario dormir.
Ese tipo de cojudos problemas se repiten de cuando en cuando y están siempre presentes haciendo recuerdo antiguas agonías las que ni el matrimonio, ni los hijos y menos el trabajo pueden aislar, quizás de alguna forma está malvada atmósfera sea la responsable para sentirse aún joven y con la suficiente capacidad de vivir paralelamente con el mismo cuerpo.
Hace algunos días Franz Flores publicó una interesante nota en su blog titulado “Albert Camus a más de 4.000 metros”, hace recuerdo al personaje de una de sus obras claves de la literatura universal, El extranjero, recuerdo digo, porque mi ex esposa renegaba muchísimo con ese 'tipo' por su exagerada pasividad (cagarse en todo) “me pone nerviosa ese ñato” decía ella.
Todas estas reflexiones puestas de manifiesto por Franz, lleva a recordar la eterna pregunta sobre la esencia del matrimonio, sobre el por qué uno decide casarse o simplemente vivir con la pareja (que es los mismo), cuántas veces habrá estallado la pregunta ¿por qué te casaste conmigo? Terrible momento en que pareces estar solo en medio de la carretera a mil kilómetros de la ciudad y no sabes que decir, surge entonces lo más sencillo y terminas diciendo “porque te amo o amaba”, ahora creo que la respuesta más honesta debía ser “porque me amo o me amaba” que significativamente es diferente a la anterior cita.
Uno se ama tanto que pone a un lado su libertad y decide vivir a lado de su amada (o) para… dejar de estar sola (o), tener mayores ingresos, cosas, hijos y soñar con una postal familiar,… en fin tantas aspiraciones que mi experiencia no me permite abarcar más elementos, pero con el tiempo a veces varias de estas no se cumplen y decides dar un paso al costado porque sigues como antes, … sola (o), con más responsabilidades económicas y menos cosas, ahí surge nuevamente el personaje de El extranjero, Meursault, quien toma las decisiones más duras con la frialdad más cínica, porque el estar aquí, volver y llegar da lo mismo que morir o vivir. Lo absurdo de la vida, entonces por qué pensar en casarse o divorciarse (separarse) o morir solo, entonces para qué preocuparse si al final la vuelta es muy corta.
Sin embargo, prefiero terminar este escrito de la manera más optimista y animar al espíritu, recordando los buenos momentos que siempre retornan, como las hermosas mañanas de sábado, el abrazo sincero, las canciones que reconfiguran espejos, el desenfreno de algún fin de semana, imaginar a los hijos crecer, …tantas cosas buenas que diario nos regala la vida que no necesariamente ingresan al terreno de lo absurdo, creo que sólo se trata de aceptar que la vida se construye y no se espera, …que definitivamente sin conocer al dolor no podemos ser fuertes ya que es la única vía para volver, partir y llegar.
Ese tipo de cojudos problemas se repiten de cuando en cuando y están siempre presentes haciendo recuerdo antiguas agonías las que ni el matrimonio, ni los hijos y menos el trabajo pueden aislar, quizás de alguna forma está malvada atmósfera sea la responsable para sentirse aún joven y con la suficiente capacidad de vivir paralelamente con el mismo cuerpo.
Hace algunos días Franz Flores publicó una interesante nota en su blog titulado “Albert Camus a más de 4.000 metros”, hace recuerdo al personaje de una de sus obras claves de la literatura universal, El extranjero, recuerdo digo, porque mi ex esposa renegaba muchísimo con ese 'tipo' por su exagerada pasividad (cagarse en todo) “me pone nerviosa ese ñato” decía ella.
Todas estas reflexiones puestas de manifiesto por Franz, lleva a recordar la eterna pregunta sobre la esencia del matrimonio, sobre el por qué uno decide casarse o simplemente vivir con la pareja (que es los mismo), cuántas veces habrá estallado la pregunta ¿por qué te casaste conmigo? Terrible momento en que pareces estar solo en medio de la carretera a mil kilómetros de la ciudad y no sabes que decir, surge entonces lo más sencillo y terminas diciendo “porque te amo o amaba”, ahora creo que la respuesta más honesta debía ser “porque me amo o me amaba” que significativamente es diferente a la anterior cita.
Uno se ama tanto que pone a un lado su libertad y decide vivir a lado de su amada (o) para… dejar de estar sola (o), tener mayores ingresos, cosas, hijos y soñar con una postal familiar,… en fin tantas aspiraciones que mi experiencia no me permite abarcar más elementos, pero con el tiempo a veces varias de estas no se cumplen y decides dar un paso al costado porque sigues como antes, … sola (o), con más responsabilidades económicas y menos cosas, ahí surge nuevamente el personaje de El extranjero, Meursault, quien toma las decisiones más duras con la frialdad más cínica, porque el estar aquí, volver y llegar da lo mismo que morir o vivir. Lo absurdo de la vida, entonces por qué pensar en casarse o divorciarse (separarse) o morir solo, entonces para qué preocuparse si al final la vuelta es muy corta.
Sin embargo, prefiero terminar este escrito de la manera más optimista y animar al espíritu, recordando los buenos momentos que siempre retornan, como las hermosas mañanas de sábado, el abrazo sincero, las canciones que reconfiguran espejos, el desenfreno de algún fin de semana, imaginar a los hijos crecer, …tantas cosas buenas que diario nos regala la vida que no necesariamente ingresan al terreno de lo absurdo, creo que sólo se trata de aceptar que la vida se construye y no se espera, …que definitivamente sin conocer al dolor no podemos ser fuertes ya que es la única vía para volver, partir y llegar.
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