“Nos jodimos todos: Óscar Eid ingresa a la cárcel”, “Santos va a la cárcel”, “Juez ordena detención preventiva de Leopoldo Fernández en la cárcel de San Pedro”, “Dan arresto domiciliario a Alcaldesa Aydeé Nava”, “Juez remite a una prisión de Sucre a Fidel Herrera”, “Arana está preso en San Roque”. Estos titulares de prensa expresan un hecho, INGRESAN POLÍTICOS A LA CÁRCEL que gozaron durante muchos años del ejercicio real de poder. Pero ¿por qué se enfatiza la palabra CÁRCEL? porque entrar a ella significa dolor, pena, tribulación, es el último lugar donde el ser humano desearía estar, pero causa mayor impacto y dramatismo cuando ahí caen los poderosos.
En un país como el nuestro, no era común escuchar historias que cuenten la desgracia de los políticos, por eso se entiende que muchos quedamos boquiabiertos con la noticia para luego alegrarnos con un “por fin se hizo justicia”, pero seguro también otros habrán emitido su solidaridad diciendo “pobrecito, tan bueno que es”. Los medios han presentado estas historias de diferentes maneras y dependiendo como han sido contadas, unos aplaudieron y otros silbaron.
Para hacerlas más interesantes, los medios de comunicación destacan detalles de cada historia poniendo de manifiesto su vinculación con el sexo, la violencia, el alcohol, el dinero y el dolor, priorizando, que las fuentes concentren su atención en estos temas, definiendo además, la presentación especial que resalte las expresiones más conmovedoras. Entonces, el objetivo fundamental al difundir este tipo de hechos, es causar sensaciones, emociones que permitan mantener los niveles de rating.
Gustavo Rodríguez Pandiani, Decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de El Salvador, en un estudio sobre los roles de la televisión, afirma que ella (la televisión) configura sus acciones comunicacionales en función a parámetros de rating destacando de las fuentes informativas el escándalo, “…la TV evalúa los acontecimientos políticos de acuerdo con parámetros de rating más que con criterios de calidad institucional. En consecuencia, la televisión privilegia la presencia en sus pantallas de individuos que -sea por polémica o por divertimento- logran atraer a los telespectadores”.
Los medios de comunicación, a través de sus servicios informativos, han logrado revelar las “intimidades” de los círculos de poder, hoy sabemos sobre sus múltiples ingresos económicos, las relaciones amorosas que escondían, conocemos a sus miedos y a sus demonios, les hemos visto llorar y en algunos casos escuchamos su rendición. Sus familias no han quedado al margen, ingresaron a las noticias porque ha sido importante saber qué sentían los esposos o las esposas, las madres, las abuelas, los hijos, los nietos. Todo un mundo que antes estaba ignorado, hoy se desvanece frente a sus secretos.
Sin duda, el hecho noticioso tiene que ver con lo inesperado, el infortunio es amigo íntimo de los titulares de prensa, no sólo hoy, ha sido así siempre; interesa más la caída de los políticos que están o estuvieron en el poder, que la muerte de quien nunca fue visto en Televisión o de aquel que por mala suerte atropelló a una persona y hoy cumple su pena en la cárcel pública.
Estamos viviendo la etapa de la espectacularización de la noticia, los hechos ingresan al escenario de acuerdo a su capacidad para causar llanto, risa, alegrías y tristezas, esta es la condición sine qua non para tener la mayor cantidad de espectadores, lo que conlleva a captar la preferencia de las empresas para publicitar su producto, en otras palabras, tener mayores ingresos económicos.
Otro elemento importante, al momento de comprender comunicacionalmente la caída de los poderosos, es el tema de la instantaneidad de las informaciones, entendida como la distancia temporal entre el hecho y su mediatización, además de su vigencia en los medios masivos de comunicación, este concepto está ligado con el valor que se da a una información: cuanto más rápido se difunda una noticia, será mayor su impacto.
Definido así el concepto, los medios de comunicación se preocupan por los políticos que ingresan a la cárcel, porque esa noticia es importante en ese instante y deja de serlo cuando se escucha cerrar el portón del penal. Entonces, para los medios, interesa el presente, no el pasado ni el futuro; mañana otro hecho similar llenará el titular de prensa.
Son pocos los medios que mantienen el seguimiento informativo y si lo hacen es porque aún encuentran rasgos que puedan causar llanto, risa, alegría o tristeza, así sucede con la situación de los políticos que hoy están tras las celdas, solo aparecen en los medios cuando algo malo sucedió con ellos o alguna situación inesperada se les presentó. El ahora y el estar aquí tienen vigencia los 60 minutos que dura el informativo, luego, todo es pasado sustituido por otros hechos; Jean Baudrillard decía al respecto: “Con la instantaneidad de la información, ya no queda tiempo para la historia”.
La espectacularización y la instantaneidad de la noticia construyeron la opinión pública sobre estos hechos, quitándole a cada uno de ellos su importancia histórica en el contexto político y social, estamos al frente de mensajes banalizados confundidos con reportes policiacos, no ayudan a comprender que cada uno de los casos obedecen a procesos y contextos distintos que merecen ser estudiados al margen de su interpretación jurídica.
Si hoy nos pidieran escribir sobre el por qué ingresaron a prisión varios políticos del país y nos darían como única fuente de investigación los periódicos y las grabaciones de los informativos de televisión o radio, seguramente tuviéramos que presentar relatos perdidos en el tiempo, sin historia y sin esencia.
Javier F. Calvo Vásquez
En un país como el nuestro, no era común escuchar historias que cuenten la desgracia de los políticos, por eso se entiende que muchos quedamos boquiabiertos con la noticia para luego alegrarnos con un “por fin se hizo justicia”, pero seguro también otros habrán emitido su solidaridad diciendo “pobrecito, tan bueno que es”. Los medios han presentado estas historias de diferentes maneras y dependiendo como han sido contadas, unos aplaudieron y otros silbaron.
Para hacerlas más interesantes, los medios de comunicación destacan detalles de cada historia poniendo de manifiesto su vinculación con el sexo, la violencia, el alcohol, el dinero y el dolor, priorizando, que las fuentes concentren su atención en estos temas, definiendo además, la presentación especial que resalte las expresiones más conmovedoras. Entonces, el objetivo fundamental al difundir este tipo de hechos, es causar sensaciones, emociones que permitan mantener los niveles de rating.
Gustavo Rodríguez Pandiani, Decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de El Salvador, en un estudio sobre los roles de la televisión, afirma que ella (la televisión) configura sus acciones comunicacionales en función a parámetros de rating destacando de las fuentes informativas el escándalo, “…la TV evalúa los acontecimientos políticos de acuerdo con parámetros de rating más que con criterios de calidad institucional. En consecuencia, la televisión privilegia la presencia en sus pantallas de individuos que -sea por polémica o por divertimento- logran atraer a los telespectadores”.
Los medios de comunicación, a través de sus servicios informativos, han logrado revelar las “intimidades” de los círculos de poder, hoy sabemos sobre sus múltiples ingresos económicos, las relaciones amorosas que escondían, conocemos a sus miedos y a sus demonios, les hemos visto llorar y en algunos casos escuchamos su rendición. Sus familias no han quedado al margen, ingresaron a las noticias porque ha sido importante saber qué sentían los esposos o las esposas, las madres, las abuelas, los hijos, los nietos. Todo un mundo que antes estaba ignorado, hoy se desvanece frente a sus secretos.
Sin duda, el hecho noticioso tiene que ver con lo inesperado, el infortunio es amigo íntimo de los titulares de prensa, no sólo hoy, ha sido así siempre; interesa más la caída de los políticos que están o estuvieron en el poder, que la muerte de quien nunca fue visto en Televisión o de aquel que por mala suerte atropelló a una persona y hoy cumple su pena en la cárcel pública.
Estamos viviendo la etapa de la espectacularización de la noticia, los hechos ingresan al escenario de acuerdo a su capacidad para causar llanto, risa, alegrías y tristezas, esta es la condición sine qua non para tener la mayor cantidad de espectadores, lo que conlleva a captar la preferencia de las empresas para publicitar su producto, en otras palabras, tener mayores ingresos económicos.
Otro elemento importante, al momento de comprender comunicacionalmente la caída de los poderosos, es el tema de la instantaneidad de las informaciones, entendida como la distancia temporal entre el hecho y su mediatización, además de su vigencia en los medios masivos de comunicación, este concepto está ligado con el valor que se da a una información: cuanto más rápido se difunda una noticia, será mayor su impacto.
Definido así el concepto, los medios de comunicación se preocupan por los políticos que ingresan a la cárcel, porque esa noticia es importante en ese instante y deja de serlo cuando se escucha cerrar el portón del penal. Entonces, para los medios, interesa el presente, no el pasado ni el futuro; mañana otro hecho similar llenará el titular de prensa.
Son pocos los medios que mantienen el seguimiento informativo y si lo hacen es porque aún encuentran rasgos que puedan causar llanto, risa, alegría o tristeza, así sucede con la situación de los políticos que hoy están tras las celdas, solo aparecen en los medios cuando algo malo sucedió con ellos o alguna situación inesperada se les presentó. El ahora y el estar aquí tienen vigencia los 60 minutos que dura el informativo, luego, todo es pasado sustituido por otros hechos; Jean Baudrillard decía al respecto: “Con la instantaneidad de la información, ya no queda tiempo para la historia”.
La espectacularización y la instantaneidad de la noticia construyeron la opinión pública sobre estos hechos, quitándole a cada uno de ellos su importancia histórica en el contexto político y social, estamos al frente de mensajes banalizados confundidos con reportes policiacos, no ayudan a comprender que cada uno de los casos obedecen a procesos y contextos distintos que merecen ser estudiados al margen de su interpretación jurídica.
Si hoy nos pidieran escribir sobre el por qué ingresaron a prisión varios políticos del país y nos darían como única fuente de investigación los periódicos y las grabaciones de los informativos de televisión o radio, seguramente tuviéramos que presentar relatos perdidos en el tiempo, sin historia y sin esencia.
Javier F. Calvo Vásquez
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