Cada ciudad guarda rostros,
que con el tiempo se convierten
en referentes de la identidad de un pueblo.
A diario, vemos en la calle a estos rostros
que por tanto verlos, se convierten en olvido,
pero están ahí, con su canto, su música
acompañando, como si fueran un murmullo,
a las voces que están perdidas entre nosotros, a las ideas desordenadas que
no se detienen ante la calma.
Benditas las sobras que están en las veredas,
benditos los que no parten,
los que siguen esperando en el zaguán.
que con el tiempo se convierten
en referentes de la identidad de un pueblo.
A diario, vemos en la calle a estos rostros
que por tanto verlos, se convierten en olvido,
pero están ahí, con su canto, su música
acompañando, como si fueran un murmullo,
a las voces que están perdidas entre nosotros, a las ideas desordenadas que
no se detienen ante la calma.
Benditas las sobras que están en las veredas,
benditos los que no parten,
los que siguen esperando en el zaguán.
Comentarios