En un espacio discreto y ruidoso, juntamos nuestras
palabras para empujarlas al silencio. Mañana intentará ocultarse el olvido,
mañana me sentaré para fingir que aún te veo pasar y no pondré freno a las
lágrimas que colgadas pintarán tu sonrisa. Sé que cada despedida es distinta,
hoy espero eso, me aferro a la idea de verte entrar por esa puerta sin
quebranto alguno, quizá así me vaya más tranquilo, aunque al retornar a tu
almohada se detenga mi corazón.
Seguro, cuando vuelvas seguiré cobijando el calor
de este parque, seguiré apoyado en el mismo árbol viendo cómo das vueltas y
vueltas, secando tu sudor, empujando tu cansancio.
Que las lágrimas no se derramen, que con este
adiós no se parta nuestro corazón... querido hijo.
2011
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