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NADIE QUIERE HABLAR SOBRE EL AUTORITARISMO UNIVERSITARIO






La Universidad de San Francisco Xavier es una de las instituciones más autoritarias en el Estado plurinacional de Bolivia, debido a la concentración del poder, la inexistente división de poderes, el incumplimiento a su normativa interna (en muchos casos) y la aplicación de procedimientos contrarios al Estado democrático (Estado de Derecho). Ahora me explico.
Antes, sin embargo, es necesario definir que el sentido democrático de toda forma de gobierno está en la división de poderes: Ejecutivo, legislativo y judicial, poderes que son independientes uno del otro.
El Consejo Universitario de San Francisco Xavier es el máximo órgano de gobierno universitario, entre congreso y congreso, (Art. 14 E.O.USFX), presidido por el rector e integrado por el vicerrector, los decanos, dirigentes estudiantiles (FUL y centros de estudiantes), además de la representación docente (FUD - células facultativas) y trabajadores (Sindicato).
Entre sus atribuciones está la aprobación de resoluciones en diferentes áreas, a más de fiscalizar la gestión universitaria, lo que muy pocas veces se ha producido porque el órgano ejecutivo de la Universidad (rector, vicerrector y decanos) cubre el 40 % del total de integrantes del Consejo Universitario, es decir, la estructura del poder universitario no está diferenciada como suele estarlo en toda institución que se precie de democrática, por eso se deduce que es poco probable que las autoridades aprueben resoluciones contrarias a sus intereses y menos posible aún, que fiscalicen objetivamente su gestión, a esto se añade lo que es muy conocido por todos, la injerencia rectoral en la elección de dirigentes de los tres sectores, de esa forma garantizar el control absoluto del Consejo. Actitud coherente con los regímenes autoritarios.
En los hechos, el rector es quien decide qué, cómo y cuándo hacer las cosas en la institución, por encima incluso de su propia norma, es el caso de la elección de directores y jefes administrativos, encargados, etc., designados por afinidad personal y no por concurso de méritos, contrariamente a lo que establece el Estatuto Orgánico y el Reglamento interno de personal, por tanto, como es congruente con todo sistema autoritario, las normas se cumplan siempre y cuando no afecten los intereses del jefe, por tanto estamos ante un escenario de desinstitucionalización universitaria.



Este exacerbado autoritarismo llevó a la Universidad a sumergirse en crisis profundas, como del año 2000 cuando el rector Jaime Robles es destituido por la fuerza, en desconocimiento a la normativa que señala que las autoridades solo pueden ser removidas luego de un proceso interno, lo que no fue así. Otro ejemplo, es lo que aconteció este año, cuando el Consejo Universitario forzó la interpretación del Estatuto para permitir la reelección de autoridades, situación anulada por el Tribunal Constitucional Plurinacional, luego de presentarse un recurso de nulidad. Debido a esta lógica del “Metele nomás”, la Universidad postergó por seis meses la elección de autoridades, con los lógicos perjuicios en la ejecución presupuestaria.
Otro caso que pone en evidencia el autoritarismo en la Universidad, es el (mal) uso de los medios de comunicación universitarios (fundamentalmente TVU), quienes desde luego no necesitan más planificación y objetivos que servir a las autoridades de turno y atacar a sus detractores, la imparcialidad no existe en el tratamiento informativo, la ética periodística hace mucho tiempo fue abandonada. La censura es el pan de todos los días lo que generó la autocensura en los comunicadores universitarios, con el tiempo –los periodistas de estos medios- suponen cómo debe ser el enfoque informativo, qué y cuándo informar, con esto quiero decir que se construyó con los años un campo periodístico sumiso al poder, teniendo la obligación de amplificar la voz de quienes son o comparten el poder, este poder que necesita de estos medios para perpetuarse y reproducirse.
Sin duda, el sector universitario más vulnerable al chantaje, la manipulación y la violación a los derechos humanos, es el administrativo, puesto que enfrenta a diario la constante intimidación de sus jefes inmediatos tornándose un riesgo aun la forma del saludo o las amistades que pueda tener. La normativa que regula su trabajo muy pocas veces se cumple, transgrediendo sus derechos constitucionales, por ejemplo, ante cualquier denuncia el funcionario universitario es procesado por el Asesor Jurídico quien es nombrado directamente por el rector, este personaje cumple una triple función en la administración de justicia: acusa, investiga y emite sentencia (es juez y parte), la apelación se realiza ante el rector, pero –como es de suponer- éste nunca contradice a su subalterno, por lo que ratifica el fallo contra el trabajador, en ese sentido no es exagerado afirmar que el funcionario de San Francisco Xavier vive en un estado de indefensión, en otras palabras, es sometido a un tribunal inquisitivo sin ninguna posibilidad de salir exonerado, por eso se entiende el porqué siempre pierde el administrativo, claro está que también muchas veces retorna a su fuente laboral luego de acudir a la justicia ordinaria que en la mayoría de los casos instruye a la Universidad restituir la fuente de empleo al afectado, además de cancelarle todos los sueldos desde el día del despido, generándose así un daño económico a la institución, el cual –sea de paso- nunca es respondido por el rector.
Pero hay más, el siguiente ejemplo rebasa lo absurdo. El reglamento de personal reconoce la incompatibilidad funcionaria (respecto al parentesco y la afinidad del trabajador universitario), en función a la fecha del primer contrato, señala específicamente que se aplicará estas incompatibilidades a los funcionarios que fueron empleados desde marzo de 1998, esto quiere decir que los trabajadores que ingresaron con anterioridad a esta fecha no tienen problemas de incompatibilidad a pesar de que su hijo, su esposa, su nieto, etc., etc. trabajen incluso en la misma oficina, disposición que contradice el espíritu de la Constitución Política del Estado, que prohíbe todo tipo de discriminación.

 En ese contexto, la cultura autoritaria se afana en hacer gala de su poder cuando aplica la incompatibilidad a los funcionarios que no tienen “afinidad” con los que detentan el poder y están más arruinados aquellos que osan enfrentarlos, o son parte de algún grupo opositor al rector, como es el caso de un trabajador que cuando cuidaba a su esposa con cáncer, le entregaron el memorándum de despido, se vinculó este hecho por su manifiesta indignación con los dirigentes sindicales, quienes por cierto son muy amigos de una exautoridad.
Seguramente existen más ejemplos que confirman este régimen autoritario asumido como normal, porque supo con el tiempo construir valores y creencias en la comunidad universitaria que garantizan su reproducción para llegar a ser cultura política universitaria.
Son estos temas y otros vinculantes, que merecen ser debatidos por los candidatos a rectorado, vicerrectorado, decanaturas y direcciones de Carrera, pero no, nadie desea ingresar al terreno de la sincera discusión, se entiende esto porque el actual escenario (autoritario) permite ejercer el poder de manera despótica, pues –seguramente también- si la Universidad transformara su estructura de poder y su cultura política, quizás otros serían los candidatos.

Javier Calvo Vásquez
Sucre. Noviembre de 2014
 



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