Ir al contenido principal

¿BUSCAR O ENCONTRAR?



No puedo comentar sobre lo que ya no es de mí.
Hace algunos días alguien que no conozco, y creo suponer tampoco me conoce, comentó que las fotografías que presento son la manifestación de una búsqueda constante, así que recomendó seguir buscando. Confieso que luego tuve muchas ganas de lanzar una carcajada, pero noté que él hablaba en serio.
No respondí y más bien decidí enfrentarme solo a semejante afirmación. Entonces intenté responder viejos temas que creí ya superados. ¿Busco algo?

Umm… ¿Busco aplausos? ¿Fama? Tal vez ¿Hacerme rico? ¿Busco ser el más popular en las redes sociales? ¿Busco ser el orgullo de mi hijo? ¿Busco la felicidad? ¿Busco amor o al amor? ¿Busco a dios? ¿Busco que me quieran? ¿Busco que me hablen? O ¿Busco que me recuerden? ¿Busco paz, felicidad y libertad? ¿Busco vengarme y ser odiado? ¿Busco insultar y maldecir a mis jefes? (ojalá haya la oportunidad de hacerlo algún día).
Hace muchos años esas preguntas me alejaban del sueño, felizmente cada una, y otras más, fueron resueltas cuando descansaba en el parque una tarde cualquiera y cruzaron por mí los lindos recuerdos de mis queridos gatos que cada uno -a su turno- decidió marchar.

No busco absolutamente nada.
No busco a dios, a la revolución ni al hombre nuevo
No busco a las brisas de otoño
No busco amor ni compañía
Tampoco busco un mejor salario
Ni que mi hijo decida volver
No busco a la mentira, a las drogas o al alcohol
No busco ser valiente
No busco comer rico, tampoco dormir más
No busco sentirme mejor
No busco aplausos ni  retenerme en la memoria, aun de las personas más queridas
No busco calor ni alejarme del dolor
No busco…

Yo me encuentro cada día, cada instante que estoy despierto
A veces por casualidad me encuentro con el amor que luego -como el aliento- se dispersa entre la gente
Me encuentro con amigos a quienes vi por solo una vez,
Me encuentro con luces de neón que desfiguran rostros y espejos
Me encuentro en la calle, a veces emputante y malcriado,
Cansado y desorientado
Me encuentro sin palabras y sin pasos
Me encuentro con la locura de mis ojos
Con las sombras que se detienen y luego se van
Me encuentro con el silencio que es más fuerte que la soledad
Por eso saco fotos, para prolongar ese encuentro
… una vez que las presento, las dejo
Se alejan y se quedan contigo.
Por eso, cómo puedo hablar por esas fotos que regalé
Si ya no son de mí.


Comentarios

Entradas populares de este blog

EL ICH’U DE POCOATA: HAY QUE TENER PELOTAS PARA ENTRAR AL CENTRO DE SUCRE

Sentado en el borde del muro descolorido, el Ich’u juega con el equilibro, sujetando su delgada voz en el charango a quien abraza como a una wawa de pecho. Las cuecas, los huayños y los bailecitos nos ayudaron a tragar a ese infame trago mezclado con Yupi. Él cantaba sin descansar con los ojos cerrados, y yo, a su lado, le pasaba de rato en rato el vaso desportillado lleno de alcohol. Luego de 20 años me encontré con José Luis Santander, el I’chu, caminaba despacio por la calle Arenales rumbo a la Plaza 25 de Mayo y en medio del acostumbrado “¿cómo te va?” le comenté que lo vi en la televisión cantando y zapateando en un programa dominguero, así es, dijo José Luis, como hasta ese día creí que se llamaba. Con cierta seguridad, mencionó que hace siete años decidió vivir de la música y aseguró que no hará otra cosa en adelante. Quedé sorprendido, y porque no admitirlo, forrado por una profunda envidia, para compensar ese sentimiento le propuse entrevistarle, de esa ma...

LA TROMPETA DE FELIPE

  Lo acusan de robar una radio National, una plancha Phillips, una máquina de escribir marca Royal modelo 1951 y un tocadiscos Pioneer de dos velocidades. Lo detienen en la puerta del colegio dos policías de civil. La directora interrumpe violentamente la clase de música y solicita al profesor dar permiso al estudiante Cabrera para encontrarse con sus padres que lo requieren en la puerta del establecimiento. Felipe, antes de salir, guarda los cuadernos, las carpetas y libros en el compartimento del pupitre y se retira peinando -con los dedos de uñas largas- sus encrespados cabellos negros. La maestra lo acompaña hasta la puerta de salida y, sin esperar que Felipe se despida como suele hacerlo todos los días, cierra el portón de madera con tal fuerza que el eco tosco revota como pelota de ping pong entre las paredes de ladrillo. Al pie de la acera, endereza la mirada para buscar a sus padres; en eso, una mano ancha y sudorosa agarra el brazo de Felipe y sin dar tregua ni tiempo ...

GUILLERMO FRANCOVICH

  “La gratitud primigenia es el deberse a otro”, sentenció Heidegger, al explicar que en la gratitud el alma recuerda lo que tiene y es. A. Constante (2005), sintetiza la idea al señalar que la gratitud no es más que el agradecimiento por la herencia recibida. “Gratitud es la respuesta al don recibido. El supremo don es aquello que somos, la dote que somos”.   De ahí, entendemos que la ingratitud es propia de los sin alma que, en el caso de Bolivia, se empeñan en confinar nombres que dedicaron su vida a la producción del pensamiento y a dejar frutos (hasta hoy disfrutados) en las instituciones donde les tocó servir, es el caso de Guillermo Francovich que su hazaña más grande no fue ser catedrático, rector, diplomático, ni recibir reconocimientos en muchas partes del planeta, no, su hazaña -como muy bien apunta H.C.F. Mancilla- son sus libros, a pesar de saber que la “colectividad boliviana recibía sus obras con un silencio de tumba”. Muchas investigaciones abordan el pensa...