Ir al contenido principal

LOS SUEÑOS NO DEJAN DORMIR


Francisca trabaja desde hace algún tiempo en mi casa, realiza las labores de limpieza durante dos horas cada semana. Por lo general no conversa, únicamente responde con monosílabos. Su madre murió cuando tenía 12 años, desde entonces cuida, cocina y lava la ropa de sus tres hermanos menores. Su padre es albañil y trabaja todo el día. Junto a sus hermanos asiste a una escuela ubicada cerca a su casa, en la Villa Rosa (por la zona del ex aeropuerto Juana Azurduy - Sucre). Francisca tiene 15 años.

¿Qué soñará Francisca? Supongo, dejar de ser pobre. Es un sueño porque es una meta lejana, casi inalcanzable. Sabe que si no trabaja y no cumple las funciones de mamá en su casa no hay comida, no hay escuela ni cuadernos, no hay posibilidades de bajar a la ciudad en micro, no hay chicle ni pipocas, no hay chinelas que le cubrirán sus delgados pies. Este sueño -heredado por sus abuelos- lo comparte su papá, sus tíos, los vecinos, los amigos, los perros, los gatos, …aun los enemigos.

Es probable que haya más sueños que seres humanos, aquellos que compiten cada madrugada por ingresar a la lista de prioridades. Bullen, burbujean y se mimetizan con las nubes. Una gran mayoría de los bolivianos sueña con tener un trabajo seguro, que nunca falte el pan ni la sopa, sueña con la casa propia, con salir profesional, vencer al cáncer, salir de la cárcel, migrar a otro país, comprar un taxi, que la producción no se la coma el viento, la lluvia o el sol. Otros, no tan pobres, sueñan con un mejor salario, no tener deudas, que los hijos continúen su formación posgradual, ser estrellas de fútbol, de cumbia o de rock. Los menos, sueñan con llegar al poder, acumular más dinero y bienes, pasar el invierno en Cancún, concluir el doctorado en Harvard, dejar varios millones a los hijos, escribir un libro prologado por Vargas Llosa, tocar el violín junto a la sinfónica de Roya Concergebouw Orchestra. Todos tienen derecho a soñar y cada quien lo hace desde el calor de su almohada o la gélida calle.

En tiempos de populismos y nacionalismos es frecuente que el sueño de los pobres sea apropiado por otros, entonces los políticos prometen ante Dios y la Virgen vencer a la pobreza. ¿Cuántas canciones, cuántas poesías han sido dedicadas a la pobreza y cuánto vino derramado ensalzó a los pobres? ¿Cuántas banderas se izaron en su nombre y cuántos se hincharon y atragantaron con su verbo? Es cómodo soñar junto al cobijo y la billetera acolchonada de los papás, del partido o la congregación.

¿Qué significa no ser pobre? Es vivir con dignidad, esto es, tener un empleo estable con un salario justo de acuerdo al tiempo empleado, al nivel de responsabilidades, a los años de servicio; un negocio propio y sin deudas, es ser dueño de la casa donde uno vive y que ella tenga los servicios básicos, es alimentarse tres veces al día, es estudiar en condiciones óptimas, es lograr la atención médica sin tener que madrugar en la puerta del hospital público, es no migrar con los bolsillos vacíos, es dejar de ser sospechoso para la policía, el fiscal y el periodista, es no dormir en el callejón, es no esperar la muerte con hambre, es vivir la ancianidad sin miedo y sin frío, es gozar de la niñez con alegría.

Sí, soñar es mudarse al mar a un interminable espacio que revela y enfrenta.

Dicen que no duermo, que tengo insomnio…

Todas las noches patean piedras, latas y botellas frente a mi casa. Los perros lloran y aúllan, pelean, escapan y bostezan, mientras dos gatos ronronean en el tejado. Escucho canciones, besos que se ahogan y a los silenciosos pasos que desequilibran en el bordillo, prefiero no atisbar desde mi ventana así no despertar a los fantasmas que duermen detrás de la puerta que gime despacito.

Estos sueños no dejan dormir.

Javier Calvo


Sucre, 10 de junio de 2018

Comentarios

Entradas populares de este blog

RESIGNIFICAR LA CULTURA Y LA IDENTIDAD AUTISTA

  Para mis hermanos autistas... Intenta salir el sol en esta tarde lluviosa. Recordar ha sido una afición, una disciplina, una profesión, un delirio jocoso. Guardo historias prohibidas, mutiladas, desmemoriadas. Siempre tuve fijación por los fragmentos que parecen esconderse en el lienzo de una pintura, en el relato histórico, en las imágenes que están fuera del cuadro fotográfico, en los versos que sobran en un poema, en el chirriar de las puertas y ventanas, en las comisuras desprendidas de los rostros, de las manos, de los pies. Cuando converso con alguien, detengo la mirada en sus labios gruesos y áridos, observo sus dedos chuecos, descifro el tono de su voz, el color de los gestos y la espesura del aliento. Prefiero sentarme en el pretil de la acera para observar la línea delgada que separa de la vía. Los árboles son como el universo, es fácil descubrir en ellos guaridas, bichos que pasean, hojas que no terminan de morir, flores eternas, pájaros presumidos y ramas que pa...

1985

  Campamento Pailaviri Potosí. Foto: Javier Calvo   4 de marzo de 1985 Querida Lili: Son las seis de la tarde, acabo de llegar a la casa. Tranqué la puerta con la misma la piedra que trajiste una noche desde la plaza; aun así, el viento la intenta abrir. No sé de dónde ingresa la brisa helada que hace temblar el foco y a las ventanas reforzadas con plastoformo. Sabes, el silbido agudo del viento me recuerda al gato que cuando duerme en tu cuello, suspira como si expulsara ecos agónicos. Desde hace rato intento ordenar mis ideas para contarte lo que aquí sucede, pero no logro concentrarme porque la radio Pio XII, de rato en rato, interrumpe el programa de música romántica para informar sobre el desarrollo del ampliado del Sindicato de Trabajadores Mineros de Siglo XX, dicen que es inminente la huelga general indefinida para exigir el salario mínimo vital con escala móvil. Llegaron de La Paz los dirigentes de la COB para explicar a los trabajadores de Catavi y Siglo XX...

GUILLERMO FRANCOVICH

  “La gratitud primigenia es el deberse a otro”, sentenció Heidegger, al explicar que en la gratitud el alma recuerda lo que tiene y es. A. Constante (2005), sintetiza la idea al señalar que la gratitud no es más que el agradecimiento por la herencia recibida. “Gratitud es la respuesta al don recibido. El supremo don es aquello que somos, la dote que somos”.   De ahí, entendemos que la ingratitud es propia de los sin alma que, en el caso de Bolivia, se empeñan en confinar nombres que dedicaron su vida a la producción del pensamiento y a dejar frutos (hasta hoy disfrutados) en las instituciones donde les tocó servir, es el caso de Guillermo Francovich que su hazaña más grande no fue ser catedrático, rector, diplomático, ni recibir reconocimientos en muchas partes del planeta, no, su hazaña -como muy bien apunta H.C.F. Mancilla- son sus libros, a pesar de saber que la “colectividad boliviana recibía sus obras con un silencio de tumba”. Muchas investigaciones abordan el pensa...