¿Qué buscan estas fotos?
Ronda la pregunta desde hace muchos años y como siempre se desmenuza en la cautela de la luz y la sombra. A veces, las imágenes únicamente impresionan y sirven para alardear en el interminable maquillaje del ego, es el autor y su foto muerta.
Esta obsesión por desconfiar de la memoria, lleva a la locura de humanizar incluso a la mierda dispersa por la calle. Todo se registra en la cámara o en el celular e inmediatamente las imágenes compiten en la nube cual si fueran sumos y son los aplausos y la rabia que las confinan a vivir sin cuerpo y sin alma. Tristes fotos que perdieron su libertad.
La foto malgasta su relato cuando el autor se afana en hacerla bonita, cuando se la disfraza de postal. Entonces todo está perdido. Hoy, la intimidad es vejada y puesta a consideración.
Esquivo a la fotografía del espectáculo que, arropada de interminables panorámicas, de luces de neón y bisutería, ingresa a la pasarela vestida de maniquí. También me escapo de las fotos que sustituyen la denuncia y presentan a los desamparados de siempre como estampillas y plataformas de sensiblería barata, algo parecido a las etiquetas de la lotería.
Sigo a la fotografía que pone de manifiesto las contradicciones sociales y culturales, que es irreverente, que cuestiona, contesta y narra historias proscritas por los poderosos, que vuela en la psicodelia de los reflejos, los colores, la sombra y las emociones. Que describe a la naturaleza como la expresión de nuestra impermanencia. Que sabe ser metáfora, cuento, …un corto poema.
Uno de los más importantes fotógrafos latinoamericanos, Nacho López (México 1923-1986) utilizó la fotografía para vincularse con el mundo y denunciar las desigualdades que veían sus ojos, esa realidad que desafiaba a la tozudez de quienes hacían de ella versos folclorizados e intangibles. “Considero que mi oficio es el instrumento más dúctil para explicar la lucha de clases, para entender dialécticamente al mundo de las contradicciones económicas y sociales, para expresar honestamente mi relación con la sociedad […] “.
Me adscribo a su lente para denunciar a la arrogancia, al dolor y a la mentira, remachar mi circunstancia en los detalles invisibles de la calle, de los ríos, la lluvia, los árboles, el sol y las nubes. Comparto con Barthes (1915-1980) su precisa definición sobre la foto cuando afirma que pone de manifiesto “lo que fue”, (la foto) describe la inquietante impermanencia, …el estar aquí, el ahora, ese momento donde el autor es y deja en libertad a la foto que relata y pregunta al receptor, quien luego la hace suya en el camino sempiterno de la deconstrucción de memorias.
¿Qué buscan estas fotos?
No son panfletos ni servilletas de salón. Están ahí para gritar que otro mundo existe fuera de las plazas, las catedrales y los arcos del triunfo.
Javier calvo
Sucre, 4 de septiembre de 2018
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