Si algo debe distinguir a las universidades públicas de otras entidades estatales, es su producción intelectual, que no es otra cosa que la generación de conocimientos orientados a la solución de problemas sociales, económicos, tecnológicos, etc., lo contrario, representaría que las casas de estudios superiores se convirtieron en simples aparatos burocráticos; desde esa mirada, está demás decir que la transmisión de conocimientos de maestros a estudiantes no es la misión más trascendente en la educación superior.
Ahora bien, las revistas científicas y de divulgación, además de libros, periódicos, folletos, por nombrar algunas publicaciones, evidencian (cualitativa y cuantitativamente) el nivel de la producción científica (intelectual) de las universidades. Estos documentos son la fuente que patentizan qué hizo la universidad y la relación de este QUÉ HIZO con las distintas etapas de la historia del país y la humanidad, dicho de otra manera, las publicaciones y las referencias que se hagan de ellas, son la prueba de cuán efectiva fue la respuesta universitaria a los problemas sociales económicos, políticos y tecnológicos.
Como marco de referencia, planteo en esta reseña investigar la relevancia de la revista “Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca” vigente durante 39 años (1927 – 1966). Sin desmerecer su importancia y la calidad de los ensayos durante sus primeros años de vida, es innegable que la presencia de Gunnar Mendoza Loza (archivista, bibliógrafo e historiador) como director de la revista por más de 20 años contribuyó a su influencia y con ella a su prestigio a nivel nacional, menciono esto porque -como se verá más adelante- los ensayos publicados expresan de manera coherente la posición subyacente de la Universidad ante las diversas problemáticas de la nación que por entonces se debatían, en suma, la revista expuso el pensamiento filosófico universitario, su orientación paradigmática y su rol institucional.
Desde sus inicios, mantuvo una estructura que dividió la publicación en dos secciones: ensayos y documentos (denominados en algunas épocas como notas universitarias o crónicas). La primera parte constituyó más del 80% y expresó el summum de la intelectualidad universitaria de ese tiempo. La segunda sección, integrada por el informe de las actividades académicas, administrativas y culturales, este apartado incluía el informe de los rectores, los discursos y la rendición de cuentas. Es de hacer notar que en la sección Documentos encontramos abundante información que facilita a la narración histórica y a la lectura entrelíneas de la posición universitaria sobre los distintos picos de la historia nacional durante la primera mitad del siglo XX, estudio que no fue abordado hasta hoy por la historiografía.
Como en todo, en este caso también alguien dio el puntapié inicial, el rector Renato Riverín (1927 -1928) (impulsor de la autonomía universitaria) fue su fundador y el profesor de la facultad de Derecho, Adolfo Vilar el actor y operador que concretó la hazaña en junio de 1927 con la edición N° 1. En su artículo de presentación “Iniciando labores”, Vilar expresa el objetivo que se conservó hasta 1966: ser un “Órgano de prensa que refleje la vida intelectual de la Universidad de Chuquisaca en sus múltiples manifestaciones”.
Vilar, a tiempo de resaltar que la revista se dedicará al estudio de las necesidades sociales, es enérgico al exteriorizar su crítica a la Universidad por su falta de capacidad de crear ideas y discípulos, responsabilizó de esto al Estado que convirtió a San Francisco Xavier en una oficina pública sujeta a los castigos políticos, “La ciencia y la probidad están demás”, decía, al dejar claro que únicamente la autonomía de las universidades las alejará de las influencias políticas, en ese orden, y aunque suene contradictorio, plantea que el porvenir de la Universidad “debe estar a la altura de su pasado”, en clara alusión al periodo colonial (Academia Carolina). Permítanme un paréntesis en estas últimas frases, porque en ellas distingo la añoranza por el pasado, ese capital simbólico que otorga estatus (prestigio social) que no es otra cosa que el apego al convencionalismo y a la rutina de una élite tradicional, criticado con anterioridad por Ignacio Prudencio Bustillo (1924). “…carga nuestra Universidad tres siglos de recuerdos, que, en verdad, no la dejan caminar a prisa, como caminan todas las universidades actuales”.
Entre las peculiaridades más notorias que la convirtió en una de las revistas imprescindibles de Sucre, fue la publicación de ensayos inéditos que años después formaron parte de libros de repercusión nacional y mundial. Los autores que presentaron con regularidad sus trabajos fueron: Guillermo Francovich, Jaime Mendoza, Germán Mendoza, Carlos Medinaceli, Juan Francisco Prudencio, Manuel Durán, Enrique Vargas Sivila, Oscar Frerking Salas, Alfredo Jáuregui Rosquellas, Adolfo Vilar, Aniceto Solares, Héctor Arduz, Gunnar Mendoza, Ramón Chumacero Vargas, por nombrar algunos.
Los temas tratados por lo general tenían que ver con el derecho, la filosofía, la historia, la medicina y antropología, aunque también no faltó la crítica literaria y diversos aportes en poesía, crónica, reseñas, biografías, etc. Saltan algunos títulos que pongo a su consideración:
Autonomía Universitaria (Julio Alvarado, 1927); La Reforma Universitaria. Proyecto de ley. (Renato Riverín, noviembre de 1927); El régimen económico del imperio incaico (Juan Francisco Prudencio 1928); La cuestión limítrofe con el Paraguay (Ricardo Mujía 1929); Educación de la raza indígena (Daniel Sánchez Bustamante 1930); Los enterocolitis del ejército en campaña (Ovidio Sánchez Morales 1935); La peste bubónica en Tomina (Fernando Ortiz 1935); Política exterior de Bolivia (Carlos Alberto Salinas B. 1935); El mito de nuestra democracia (Manuel Durán, 1937); La Universidad, los conocimientos y el pueblo (Oscar Frerking 1937); Chuquisaca, la ciudad universitaria (Jaime Mendoza, 1938); Interpretación marxista de la sociología boliviana (José Antonio Arze, 1938); Notas sobre la educación del indio (Jaime Mendoza 1939); La Universidad bajo la República (Ignacio Prudencio Bustillo, 1939); Tuberculosis y lucha antituberculosa en Sucre (Enrique Vargas Sivila, 1939); Los ídolos de Bacon (Guillermo Francovich, 1940); La novela en América, el cuento en Bolivia (Carlos Medinaceli, 1940); Comentarios al Código Civil vigente en Bolivia (Germán Mendoza, 1940); El problema étnico en Bolivia (Humberto Vásquez Machicado 1940); Fúnebres (Gabriel René Moreno, 1941); Servicios obligatorios de la autopsia en los hospitales de Bolivia (Franz Wenger, 1942); Bibliografía: Seis notas bibliográficas, (Fernando Ortiz Sanz, 1942); Los bajorrelieves de la Puerta del sol (Tiahuanaco). Una nueva interpretación (Leo Pucher, 1945); Vida colonial en el Alto Perú (Enrique Finot, 1946); Anales de la prensa boliviana. El golpe de Estado de 1861 (Gabriel René Moreno, 1946); La filosofía existencialista de Martín Heidegger (Guillermo Francovich, 1940); Una crónica desconocida de la guerra de independencia altoperuana. El diario del Tambor Mayor Vargas (Gunnar Mendoza, 1951); Diario de un soldado de la independencia altoperuana en los valles de Sicasica y Hayopaya 1816 – 1821 (Tambor Mayor Vargas, 1951); Wallparimachi, poeta y guerrillero de la independencia (Jesús Lara 1951); Un documento inédito para la historia de la independencia de Bolivia. La causa criminal contra Francisco Ríos el Quitacapas (Gunnar Mendoza, 1957); Desarrollo literario y frustración social (Mario Rolón Anaya, 1966).
Es oportuno hacer notar que en los dos primeros años se publicaron más de tres números por gestión, luego su periodicidad se redujo a una por año y en varias temporadas una edición por dos o tres años. En algunas ocasiones la publicación fue interrumpida por más de tres años, atribuida, por ejemplo, a la guerra del Chaco. El último tomo XXI N° 49 – 50 válido por las gestiones 1965 – 1966 salió después de ocho años. Cabe preguntar entonces ¿Qué influyó para que se dieran estos prolongados silencios? ¿Este hecho tendrá que ver con la agitada conflictividad política y económica que vivió el país en esos años?
Otro detalle que vale la pena resaltar es el destacado aporte de la funcionaria del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB), Isabel Amelia Chopitea Maurice, que elaboró en 1954 el “Índice general de la revista Universidad de San Francisco Xavier. Volúmenes I – XIX N° 1 – 46. Años 1927 – 1955. Índice de materias, índice de títulos, índice onomástico” publicado en el tomo XIX N° 45 – 46 de la revista. Motivado por este trabajo, llevé adelante similar labor actualizado hasta 1966 que a su conclusión entregué al Centro Documentos Bibliográfico e Histórico de la Universidad que cuenta con casi toda la colección, solo faltan tres ediciones (1929 – 1930).
Convencido de la importancia de esta revista, en 2020 plantee al Rector de San Francisco Xavier realizar un estudio bibliográfico y comunicacional de ella que de paso a organizar un Comité Editorial con el propósito de seleccionar 30 títulos publicados entre 1927 y 1966 a fin de reeditarlos en homenaje a los 400 años de fundación de la Universidad (1624 – 2024), pero, como es frecuente, esta iniciativa también se enfrentó al mutismo de la máxima autoridad, por lo que sigue en pie este desafío que no solo aspira al reconocimiento de esta publicación universitaria y a los autores que difundieron en ella, sino, para restablecer además un diálogo con la memoria histórica de la Universidad, devolver a las nuevas generaciones la oportunidad de reflexionar en torno a lo que hizo San Francisco Xavier y definir con claridad su influencia en el Departamento y el país durante el siglo XX.
Por último, y no menos importante, quiero expresar mi agradecimiento por su colaboración a Felipe Medina Espada y al Centro Documental Bibliográfico e Histórico de la Universidad a través de la señora Zulema Galarza.
Javier Calvo Vásquez
Periodista Independiente
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